Breve descripción
“... EL MEJOR LUGAR PARA TRABAJAR EN URUGUAY...”
… así nos adentramos en leer una y otra vez la misión y visión de la Empresa.
Interpretamos que Conaprole no busca solo un edificio, sino un espacio donde reconocerse y poder desarrollarse satisfactoriamente en el futuro.
Esa mirada trasciende el edificio, y es propio de cualquier programa corporativo donde se hace especial énfasis en la identidad. Por lo tanto como aspectos fundamentales a incorporar para ordenar y conceptualizar este proyecto, nos ha inspirado el compromiso de la empresa con una serie de valores que compartimos: Integridad y Transparencia,
Respeto, Trabajo en Equipo, Dinamismo y Foco en la Innovación, Orientación al Mercado, Profesionalismo.
Por otra parte, estos valores explicitados por la propia empresa, se superponen con nuestra imagen de ella. La conocemos desde siempre, no solo a través de su larga trayectoria sino como consumidores de sus productos. Es una relación diaria que se instala en nuestros hogares y por tanto a un nuevo ámbito de dialogo: lo doméstico.
Aparece una tercera visión anclada más desde la memoria, desde la historia y desde el ámbito de producción: la tradición. Este es un aspecto particular en un país joven: contar con una empresa ubicada en ese lugar; tradición no solo por la permanencia a lo largo del tiempo, sino además porque en cada producto reconocemos a un país y una sociedad a la que queremos mejorar y desarrollar actuando responsablemente. Es más, ese valor de identidad creemos que trasciende a la empresa para convertirse en un valor de identidad a nivel del país, desde la calidad de sus productos, desde su cadena productiva y fundamentalmente porque sus sabores le pertenecen a tres millones de uruguayos.
Todos estos hallazgos estaban ahí… intangibles… y enfrente nuestro… un edificio semi abandonado, vaciado… más bien una suma de partes que un ser completo.
Entender el espacio físico del proyecto ha sido un esfuerzo importante y esperamos que digno, no solamente por su complejidad espacial sino además por lo difícil de elaborar un diagnóstico que nos de pautas de las condiciones constructivas de muchos de sus interminables rincones.
Seguros de que nuestros pasos han sido metódicamente justificados llegamos al punto en que considerar todos esos valores que compartimos de la empresa se hicieron incompatibles con el edificio actual. Volvimos a la empresa, a su visión de futuro y a entender su relación con la sociedad, desde ese lugar el proyecto volvió a tener sentido.